Los Rolling Stones volvieron al país después de su última visita en el
2006 y con ello también una lección del clásico
rock and roll a la ciudad de las diagonales.
Fotografía Soledad Aznarez para La Nación
Pocas bandas causan tal revuelo como
los Stones en el país. Miles de fans
esperándolos en la puerta de los hoteles, medios de comunicación informando sus
pasos las 24 hs y famosos peleando por ver quién puede ser parte de la lista
exclusiva de la mítica banda integrada por Charlie
Watts, Ronnie Wood, Keith Richards y Mick Jagger. Pero sin dudas el mayor descontrol
sucedió en La Plata, ciudad en la
que tocaron el primer de los tres recitales que darán en el marco de la Gira
Latinoamericana Olé.
Gente de todas partes, inclusive de
otros países vinieron a presenciar la clase de rock de los maestros por
excelencia, junto a sus mejores alumnos: Los argentinos. La avenida 32 estaba
colmada de fanáticos que se habían instalado a comer desde tempranas horas de
la mañana mientras esperaban que abrieran las puertas. Distintos medios estaban
presentes para cubrir lo que sería una noche inolvidable y el mismo Staff de la
banda ya estaba documentando con cámaras y drones la previa del show.
Las puertas se abrieron a las 16 y la
caravana se dispuso a entrar un tanto impaciente pero de manera ordenada al
estadio. Si bien los accesos estaban cuidadosamente cortados para evitar actos
delictivos, esto atrasó bastante la entrada y sobre todo salida de la gente en
el estadio que se vio presa en una avenida con pocos caminos de circulación.
Una vez empezada la noche un grupo de gente quiso ingresar sin entradas y
causaron disturbios junto a varios vendedores ambulantes que fueron detenidos.
Mientras tanto dentro del estadio la
gente esperaba a La Beriso, primeros
teloneros de la noche que arrancaron a las siete y media debido a las
condiciones climáticas. La banda integrada por Ezequiel
Bolli, Rolando
Sartorio, Conde Kunga, Pablo
Puntoriero, Pablo
Ferradas, Javier
Pandolfi, Emiliano
Mansilla tocó durante una hora
con melodías clásicas de rock nacional a
pesar de la sorpresiva cantidad de gente del publico que los abucheó en gran
parte de su show y demostraron lealtad a sus fervientes seguidores que estaban
repartidos en el estadio. La lluvia podía ser un problema para los técnicos que
trataban de cuidar los equipos y la seguridad de las bandas, pero para los presentes era un alivio que
calmaba el calor insufrible por el amontonamiento. Luego fue el turno de Ciro y los Persas compuesta por Rodrigo Pérez,
Julián Isod, Juan Manuel Ábalos, Joao Marcos Cesar Bastos y Nicolás Raffetta,
que tocaron clásicos del cantante Ciro Martínez
durante su etapa en Los Piojos. “Vamos
a enseñarles como se toca el rock en Argentina” dijo Ciro y tocaron Zapatos de
Gamuza Azul de Moris e hicieron
saltar a todo el estadio, para ponerlos a tono con lo que vendría después.
Eran
las 21 hs y un video retrospectivo mostraba la carrera de estos cuatro
londinenses, sinónimos del rock n’ roll mundialmente que comenzaba en los años
60 y terminaba el domingo 07 de febrero, en la ciudad de La Plata. La gente lanzó
una ovación al mismo tiempo que los fuegos artificiales anunciaban la entrada
de los encargados de instruir en el oficio a miles de bandas con el clásico e inconfundible
riff de Start me Up seguido por It's Only
Rock 'n' Roll (But I Like It), Tumbling Dice
y Out of
Control. Envueltos en tonos camaleónicos de verdes,
amarillos, rojos que se iban alternando en una estructura luminosa que
enmarcaba el escenario y que a primeras horas parecía de cartón, Mick Jagger parecía moverse al ritmo de
esos juegos de luces, y saludaba en un perfecto castellano a sus alumnos,
agradeciendo tantos años de amistad y fidelidad hacia la banda.
Luego fue
el momento de Street Fighting Man, la
más elegida por los argentinos en una encuesta que debía hacerse por internet,
seguida por Anybody Seen My Baby? Tocada
por primera vez desde 1998, Wild Horses,
Paint it Black y Honky Tonk Woman. Delante del estadio era una marea humana
que saltaba sincronizadamente al ritmo de los riffs, en la parte de atrás la
gente bailaba como si estuviera en un boliche, hombres sacaban a bailar a
mujeres, parejas se abrazaban en los temas lentos, en las plateas las luces de
los celulares creaban una pared de estrellas que acompañaba cada momento a la perfección.
“Es la
primera vez que tocamos en la plata” dice Jagger
y pasa a contar con mucho esmero los lugares a los que fueron él y sus
compañeros. Una de las partes que hizo estallar de risa el estadio fue sin
dudas cuando dijo que habían comido “chori con chimichurri” en la costanera y
se aprendió un par de provincias para rapear en un tema, digno de un diez en geometría.
Presentó a la banda: el enérgico Ron Wood
saltaba de la emoción y provocaba al publico gritándoles para que salten, daba
la impresión que deseaba estár abajo y no arriba del escenario, Charlie Watts sufrió un momento de vergüenza
al ser ovacionado mientras Jagger lo
alentaba para que pase por la pasarela, (algo difícil de creer después de 50
años de carrera, la timidez de este hombre). Y por ultimo Keith Richards el eterno joven, el segundo Stone que se avergonzaba por el calor de los argentinos , en una tímida
y contagiosa sonrisa nos confesaba como adolescente enamorado su admiración y
pasaba a tocar y cantar sus dos clásicos: Can’t
be Seen y Happy.
La ultima
parte del show estuvo compuesta por Midnight
Rambler con una zapada de blues a servicio de los maestros
provenientes de la vieja escuela cuyos solos, riffs, armónica y hi hat eran un viaje
a los 60. Miss You protagonizado
por el virtuosísimo solo del bajista Darryl
Jones, Gimme Shelter
a dúo con una de las vocalistas Sasha
Allen puso a más de uno con piel de gallina, Brown Sugar,
Jumpin' Jack
Flash y anteriormente Sympathy for
the Devil que demostró la inmortalidad de las majestades satánicas
en un despliegue de fuego luces rojas, simbología y un Mick con un gran tapado de plumas rojo preguntando si sabíamos cual
era su nombre, bueno tal vez eso explicaría su larga y exitosa trayectoria en
la música.
Para los
bises invitaron a un coro autóctono y tocaron el clásico You Can’t Always Get What You Want y Satisfaction que cerró con una
fiesta de fuegos artificiales verdes amarillos y rojos, un saludo grupal y
muchas ganas de seguir. Los fans no se querían ir y los músicos no querían abandonar
el lugar, pero todavía quedan dos fechas más y la esperanza de que vuelvan a
pisar estas tierras aunque esta parezca la última, después de todo los 70 no
los sienten ni los hacen sentir y a los rockstars del mundo le falta mucho por
aprender de estos hombres.
Fotografía de Soledad Aznarez para La Nación.
MIRA STREET FIGHTING MAN, EN LA PLATA!