NOFX, la banda
de punk rock californiano volvió al país después de tres años de su última visita,
cumplieron su promesa después de la cancelación del tour previsto para principio
de año y durante una estadía exprés de solo 16 horas en el país, así todo
dieron que hablar.
Era martes 8 de Diciembre y lloviznaba en la puerta del Microestadio Malvinas Argentinas. A
diferencia de muchos otros shows era mucha la gente que caía a último momento,
sin apuro, sin fila, sin protocolo.
Grupos compartiendo una cerveza y alguna que otra cosa en tono de camaradería.
Viejos amigos se saludaban en un vasto mar de remeras con logos de bandas punk,
crestas, tinturas, piercings, cuero y muchas ganas de poguear.
Se abrieron las puertas y comenzaba Asphix la banda Hardcore/punk de Rosario que cerró su tour aniversario de 20 años en la escena
integrada por Moska (Voz y Guitarra), Colo (Voz
y Bajo), Pendeja (Guitarra), Her (Batería) y Brato (Trompeta). Durante una hora aclimataron a la gente a pura energía influenciada por el punk de la costa oeste californiana con el siguiente setlist : Ghandi, Heavy, God Co, Bratos, Innerself, Upsidedown, Anillos,Trompote, Argentina, Friendship, Al Palo, Pija, Love is Dead, y Deny .Luego el turno fue de Shaila
que telonearon por segunda vez a NOFX con Joaquin Guillen (Voz) Yasser (Guitarra)
Pablo Coniglio (Bajo) Santiago Tortora (Guitarra) y GuidoX (Batería). Por último fue el momento del
punk vieja escuela liderado por 2
Minutos que tocaron todos sus clásicos haciendo precalentar al público para
lo que se venía, con invitados especiales, entre ellos El Mono de Kapanga que cantó
a dúo Ya no sos igual con Walter “Mosca” Velázquez (Voz), acompañados por Alejandro Papa Ainadjian (Bajo), Monty Montaña (Batería), Marcelo Pedro
Pedrozo (Guitarra) y Pablo Blinsky Coll Velmondo (Guitarra).
Pasadas las 22 y después de tres horas de puro
punk nacional llegaba el momento de NOFX.
La banda de Fat Mike (Voz y Bajo), Eric
Melvin (Guitarra, Acordeón y Gritos), El Hefe (Guitarra, Trompeta y Coros) y
Smelly (Batería) no podrían haber venido en mejor momento. Salieron a
escena armando los instrumentos como un plomo más. Con su característica bandera
del orgullo gay en los teclados que opera
Limo, uno de sus músicos, y el legendario cartel de unos veinte por treinta
centímetros aproximadamente con el nombre de la banda, demuestran que no vienen
a entretenernos con luces y efectos, tienen un trabajo que consiste en mantener la elite del punk rock.
Fat Mike, el payaso de cresta rosa más alegre con el ceño fruncido
mas grande, tal vez no vino con su alter ego Cokie the Clown pero sin dudas se lo veía con ganas de tocar en Buenos Aires. “Me estoy divirtiendo y yo nunca me divierto” repetía y empezó como
es habitual en él, uno de sus monólogos cargados de sincericidio. Acido, áspero,
desubicado, cargado de chistes negros y racistas pero totalmente irónicos. No
apto para gente sin sentido del humor y totalmente necesario para los
argentinos que sin dudas estamos pasando por un momento de tensión, donde el
escenario político, económico y religioso se encuentra en un campo de batalla. ¿Quién
mejor entonces que Michael Burkett para sacar a la luz las verdades incomodas de la
sociedad y ridiculizarlas? Después de reírse con sus compañeros sobre los
rasgos caucásicos de los argentinos en comparación con el resto de los
latinoamericanos dieron comienzo al show con el tema de su último proyecto
basado en los tours por las ciudades más bizarras del mundo: Backstage
Passport y así también el descontrol de los presentes.
La primera
parte del recital estuvo compuesta por Seeing Double
at the Triple Rock, Stickin' in My Eye, 72 Hookers, Quart in Session, Leave It Alone Murder the Government e Eat the Meek con la característica
trompeta del Hefe que iba al ritmo
del reggae. Si hay algo que no se puede esperar de estos muchachos es la
seriedad, y mientras atajaban elementos varios que les tiraban desde el público,
respondían incoherencias en un idioma mexicano a lo Speedy Gonzales inventado por Aarón
que a pesar de tener impresos en su cara rasgos que demuestran la descendencia
de su familia, dejaba mucho que desear como vocero del grupo y provocaba la
risa de todos los que estaban allí.
Pero a pesar de
tomarse las problemáticas del mundo capitalista como debe ser: en joda por su utópica
y disfrazada perfección, si se toman muy enserio a su fans. Detrás de sus
apariencias apáticas siempre hacen shows que benefician al público: Entradas
baratas, muchos temas y un recital divertido con la complejidad lírica y melódica de un punk bien
cosechado, sin dejar de lado la estructura clásica de las bandas míticas. Bajo
sus propias reglas, que según ellos es hacer lo que es justo ¿Por qué no iban a
tocar The Decline? Un tema de 18 minutos que es uno de los favoritos
de los fans de NOFX por todo el
mundo. Y así alimentaron a la bestia argentina que gritaba a coro: “Si me dieran un centavo por cada muerte sin
sentido, me compraría un gobierno” Sabiendo muy bien lo que cantaban. En California o en Buenos Aires esa frase tenía el mismo significado. Dejaron a los
locales en deuda: ahora tenían que redoblar la apuesta y devolverles el triple
de energía por semejante regalo.
Después siguieron
con Monosyllabic Girl, I'm Telling Tim, Louise y un cover de Necros : IQ32. Iban pasando las horas y ese líquido
incoloro que absorbía Fat en el vaso
no parecía agua. Cada vez mas filoso ahora hacia chistes sobre lesbianas y se olvidaba la letra de su tema
nuevo, pero como los verdaderos compañeros hacen, salió al rescate Melvin que le sopló las notas y a pesar
de que se Autocalifica como una marioneta
que está en piloto automático salvó la noche con sus acordes memorizados y
se sumaba a las gastadas que hacía el resto sobre los característicos coros
argentinos. Mucho más participativo que de costumbre y con unos centímetros más
de rastas que la última vez, como en los viejos tiempos, bajaba del escenario
para darles púas a los fans.
Smelly, el baterista con sífilis y hepatitis c, según Mike, olvidado por los fans en varias ocasiones e incluso por sus
propios compañeros, demostró que su batería
no es para nada indiferente cuando tiene que ponerle los puntos al resto de
la banda. Enseguida los encarriló mientras tocaban We March to
the Beat of Indifferent Drum, The Moron Brothers, I Believe in Goddess, Perfect Government
(un cover de Mark Curry), Fuck the Kids y Linoleum, siempre con
el ritmo perfecto, es quien se encarga de mantener la estructura cuando alguno
falla y Mike se lo reconoció diciendo
que era su baterista y el mejor del mundo.
Si hay algo que nos
caracteriza a los argentinos es la habilidad para hacernos querer. A pesar de
nuestro ego tan criticado por el resto, también somos pasionales y sabemos ablandar
con cariño hasta al más amargo y frio ser. Durante el show cerramos la bocota
de este frontman bardero, que hablaba sobre S&M y criticaba a algunas
bandas colegas cuando alguien desde el publico gritó No Use
for a Name. El grupo de un gran amigo suyo de la escena californiana: El
difunto Tony Sly, y ahí mismo decidió
hacer el cover The Shortest Pier,
ovacionado por todos que a continuación coreaban el nombre del cantante de NUFAN. Se vio, como muy pocas veces a
un Burkett emocionado, sin escudo, totalmente indefenso, conmovido y sorprendido
por la reacción de todos.
Por último llegó el
momento que nadie quería porque significaba el final, los bises. Durante estos
cinco temas que originalmente no se encontraban en el setlist, el estadio se abrió
en dos. Una olla gigante dejó el predio semi vacio y se volvió a unir en un pogo masivo que duró mientras tocaban todos
los grandes clásicos de la banda: Dinosaurs Will Die, Bob, Franco Un-American, The Brews y Kill All the White Man.
Cortito (de acuerdo a lo que nos tienen acostumbrados), pero potente y con la
joya de The Decline, hicieron 25
temas que todos queríamos escuchar. Una vez más dieron el ejemplo de cómo deben
ser las bandas, “Música escrita por devoción,
no por ambición, no por fama” dicen las líneas de sus temas y no mienten.
buenaa crónica!
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